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El nuevo Príncipe y el Maquiavelo moderno

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Aprender el juego del poder requiere de una determinada manera de mirar el mundo, de un cambio de perspectiva. Robert Greene –autor estadounidense que escribe sobre estrategia, poder y seducción– a través de libro Las 48 leyes del poder (Editorial Atlántida, México) enseña al lector a mostrar sus emociones con maestría, pues la piedra fundamental del poder es el dominio de las emociones.

El estudio de Greene sobre el poder proviene de los principios de autores que con anterioridad habían realizado estudios en torno a esta materia –como Sun Tzu, Talleyrand, Clausewitz, Casanova o Maquiavelo, quienes son citados en los márgenes de las páginas de Las 48 leyes del poder–,  así como líderes históricos –como Napoleón, Luis V o el mismo Jesús– cuyas acciones son referidas para ejemplificar la aplicación de las leyes.

Las 48 leyes del poder tienen una premisa: ciertas acciones incrementan el poder y ciertas acciones las reducen e incluso conllevan a la ruina.  Cada capítulo de la obra de Greene proporciona ejemplos de las consecuencias de la observancia o la trasgresión de las leyes, así como claves para alcanzar el poder e imágenes para ilustrar las leyes.

La consecución del poder requiere de una metodología, tener un objetivo fijo, y conocer a las audiencias.  Así, Greene recomienda “Planificar las acciones de principio a fin”, “No ir más allá del objetivo original; al triunfar, aprender cuándo detenerse”, “Jugar con la necesidad de la gente de tener fe en algo, para conseguir seguidores incondicionales”.

Estos postulados o leyes tienen cierto parecido con los principios de la Imagen Pública. Así,  “Sea cambiante en su forma” y “Procure recrearse permanentemente” equivaldría al axioma de que la imagen pública es dinámica; “Trabaje sobre el corazón y la mente de los demás”, a aquél axioma que dice que la mente decide mayoritariamente basada en los sentimientos; “Actúe como un rey para ser tratado como tal” equivaldría a hacer una especie de branding interno: para ser bueno no basta con serlo, es necesario parecerlo y sobre todo creérselo.

Lograr un liderazgo o una gobernabilidad a través de la astucia, pero también a través de la imagen y el engaño, adquirir legitimidad con sagacidad pero también por medio de cortinas de humo, y generar consensos a conveniencia,  son algunas de las enseñanzas de Robert Greene, el hoy llamado “Maquiavelo moderno”. Los principios expuestos por el autor podrían ser o parecer en algunos momentos amorales, de ahí que Rubén Maldonado se refiera a la obra como “un acercamiento crudo e inescrupuloso al mundo del poder”.

En efecto, Las 48 leyes del poder bien podría ser una versión actualizada de El príncipe, y su autor, Robert Greene, el “Maquiavelo moderno”. El libro es un manual renovado sobre el poder, es un estudio sobre las relaciones de poder aplicables en cualquier ámbito, es un manual para convertirse en líder social o incluso en un dictador. En definitiva, merece la pena leer esta obra.

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